1. La arquitectura se redefine.
Así como los ciudadanos y las ciudades están siendo afectadas por la pandemia provocada por el COVID -19, la arquitectura también ha sufrido las consecuencias. Algunos profesionales están dedicando sus reflexiones en el cambio que se producirá en cuanto a la utilización de dispositivos electrónicos y tecnológicos, como puede ser la incorporación de sensores en todas las puertas de los baños públicos; el accionamiento de los ascensores e inodoros a través de detectores de voz; el uso de materiales antibacterianos como el cobre, la plata y otros de reciente data como las partículas micrométricas de bióxido de titanio; sistemas autolimpiables en baños de hoteles, hospitales y demás edificios públicos; la implementación masiva de escáneres para la detección de altas temperaturas en las personas o cámaras de rayos ultravioleta que desinfecten rápidamente a los usuarios, entre otras innovaciones.
No obstante, nosotros nos concentraremos en analizar cómo la pandemia del COVID-19 afectó y afectará a las tipologías arquitectónicas establecidas, como las viviendas plurifamiliares, ya que, mostraron sus debilidades, en especial en su funcionamiento a partir del prolongado confinamiento obligatorio. Sin embargo, también reflexionaremos sobre otras edificaciones existentes y las nuevas que podría exigir la sociedad, a raíz de la recesión económica que estamos comenzando a padecer.
1. Ante todo queremos exponer que el ser humano es un animal gregario, un ser con consciencia y en constante evolución, y por tanto, pensar que debido a la pandemia y el miedo que se ha creado en torno a ella vamos a comenzar a vivir nuestras interrelaciones -con familia, amigos, compañeros y otros ciudadanos- de forma individual, aislada, como si fuésemos buzos con escafandra, explorando lo abisal, es algo inverosímil. El ser humano siempre tenderá a la sociabilización y a compartir vivencias muy enérgicas que disparan sus hormonas en reuniones masivas, como especie de catarsis colectiva. Así que, la experiencia grupal que ofrecen los estadios ante eventos deportivos o conciertos, los cines, teatros, discotecas, los museos, los centros de convenciones o recintos feriales, templos, etc., seguirán realizándose, aunque con las precauciones o protocolos adecuados para evitar contaminaciones masivas en caso de inicios de pandemias. Consideramos que este tipo de actividades grupales son beneficiosas y siempre han existido en la historia del ser humano, porque sin duda crean civilización, tolerancia, comunicación, propiciando momentos de alegría y distracción, o de contemplación intelectual y hasta de recogimiento espiritual. Así que estos edificios seguirán coexistiendo con nosotros.
2. Los edificios de oficinas también se vieron afectados, puesto que el teletrabajo dominó el panorama durante la pandemia y la mayoría de los espacios se mantuvieron con un mínimo de trabajadores. Esta situación desveló la necesidad de pensar en espacios muy versátiles, fluidos, transformables, que puedan cambiar de actividad, subdividirse y subarrendarse, en caso necesario. También propició la reflexión sobre los sistemas de aire acondicionado y de iluminación que necesariamente deben ser más sectorizados y eficientes – controlados a través de domótica- para evitar la pérdida de energía, de dinero y el derroche de emisiones de GEI a la atmósfera. Así mismo, se evidenció la necesidad de evitar la total hermeticidad y la recirculación de aire posiblemente contaminado, ventilando de manera natural algunos minutos en horas de la mañana, para sanear el aire interior (esto exigirá a los arquitectos fachadas más pensadas, con dobles pieles, resistentes a la acción del viento). Otro punto a considerar es que con el COVID-19 las oficinas abiertas caen en desuso; por tanto, se necesita repensar el cubículo de trabajo, dotándolo de más calidad, para que sea un espacio totalmente ergonómico y versátil, logrando en un momento dado la intimidad reflexiva necesaria y en el siguiente, el trabajo proactivo en equipo.
3. Con la pandemia los enormes hospitales resultaron más vulnerables que los pequeños centros de salud, y debería repensarse el asunto para hacer más eficiente, sostenible y controlado el servicio sanitario, girando siempre en torno a la medicina preventiva y la atención primaria. También consideramos que los hospitales deberían tener más luz natural, alegría, naturaleza, arte, etc., para ofrecer una experiencia agradable y positiva a los pacientes. Por otro lado, la pandemia nos enseñó que los médicos y enfermeros necesitan salas de descanso generosas, bien diseñadas, adecuadas, para lograr su plena recuperación de las extenuantes jornadas luchando en el frente de batalla. Y uno de estos espacios que requiere repensarse es la Sala de Espera, para que en caso de pandemia pase a ser un sector de confinamiento preventivo, equipado con puertas de seguridad y control de acceso, sistemas de desinfección y de comunicación audiovisual con médicos y pacientes, para impedir el contacto físico con el interior de las instalaciones.
4. La vida aislada y en soledad de nuestras personas mayores no puede permitirse más. Los ancianos necesitan apoyo y compañía hasta en el momento de morir –no como se hizo durante la pandemia-. Podrían seguir viviendo es sus hogares siendo ayudados por asistentes sociales y voluntarios bien preparados para la labor; no es necesario que todos vayan a terminar sus vidas en residencias para ancianos. Estos edificios no pueden fungir más como centros de almacenaje de personas. El concepto debería reestructurarse buscando más luz y ventilación natural, más frescura, más versatilidad, para lograr la necesaria sociabilización con el resto de la sociedad y la participación en actividades creativas, enriquecedoras, de crecimiento personal de los residentes, bajo el leitmotiv de que se puede disfrutar de la vida hasta el último suspiro.
Centro de la Tercera Edad. Alcácer do Sal. Portugal. Arquitecto Aires Mateus. Foto: Fernando Guerra.
5. Con el fin de paliar la crisis económica que originó la pandemia, planteamos crear viveros de empresas que ayuden a la gente más vulnerable a salir de su lamentable situación económica. Esto implicará aprovechar edificios abandonados o ineficientes reciclándolos de manera sencilla, rápida y económica, para realizar allí la nueva actividad. El Estado debe garantizar su funcionamiento, contratando a empleados, profesores, tutores y todo el equipamiento requerido para la realización efectiva de la actividad.
6. En ese mismo sentido, proponemos realizar mercadillos solidarios, habilitando plazas de las ciudades para ello, incorporando quioscos atractivos, bien diseñados, que permitan a los afectados mantener sus mercancías a buen resguardo –conseguidas a través de préstamos personales con muy bajos intereses- y facilitar el intercambio con el resto de la población.
7. Una realidad que hemos constatado es que en la ciudad de Madrid, los alquileres convencionales de viviendas, los de larga duración, son muy difíciles de conseguir y a precios exorbitantes, debido al auge de la compra-venta inmobiliaria, a malas políticas de los gobernantes, así como, por el efecto de los alquileres turísticos tipo Airbnb. El Gobierno de la comunidad de Madrid, así como el propio Estado, deben garantizar de manera diligente, a través de sus agencias de vivienda social, el aumento de la oferta de pisos en alquiler solidarios, para intentar solucionar la situación de cientos de miles de personas que debido a la recesión económica originada por la pandemia, se están quedando sin trabajo y sin la posibilidad de pagar hipotecas o alquileres costosos. La Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo de Madrid debería destinar sus esfuerzos en los próximos meses a organizar el tema, proyectar y construir edificios prefabricados, económicos, confortables, y no obstante bellos, para estos fines. Esta reflexión debería extrapolarse a otros lugares de España y del planeta, que presenten un problema semejante.
8. El confinamiento experimentado por las familias de todas partes del mundo, durante varios meses del año 2020, ha marcado un antes y un después en la tipología de vivienda plurifamiliar. En la vivienda unifamiliar, sea adosada, pareada o aislada, no tuvo gran efecto. Sin embargo, en las viviendas de alta densidad se vivieron pequeños infiernos durante el confinamiento, que en muchos casos causó rupturas inminentes de parejas. La pandemia ha demostrado de manera implacable que los niños confinados necesitan espacio para correr, jugar, ver el cielo, gritar descargando su rabia y para ello ameritan de espacios abiertos tipo patio interior, jardines o terrazas, que generalmente estas tipologías de bloques no ofrecen a sus propietarios. En ese sentido, cobra valor la excelente propuesta del estudio ACM arquitectos, de un edificio de 82 viviendas sociales en Carabanchel, Madrid (2009), cuya célula habitacional cuenta con un generoso patio privado, inspirado en los Inmuebles-Villa de Le Corbusier. Por otro lado, la pandemia exigía más almacenamiento de víveres y una despensa en la cocina o un trastero se hace indispensable. Además, es muy importante ventilar de forma natural los espacios y para ello, estas tipologías deben rescatar la ventilación cruzada, tan desplazada por las exigencias de la rentabilidad inmobiliaria. También se desveló la necesidad de un espacio para el despacho u oficina, para poder desarrollar convenientemente el teletrabajo, el cual se consolida como modalidad estrella en el presente y futuro cercano. Algo esencial es que debemos estar dispuestos a cambiar ciertos hábitos insalubres y emular a otras culturas como la japonesa, donde una vez entran a la vivienda se quitan los zapatos en el vestíbulo (el genkan) y los almacenan en un armario situado en uno de los lados. Los arquitectos debemos exigir la necesidad de ese espacio –ergonómico, bien pensado- en los concursos de viviendas sociales y las promociones privadas, donde también se debería dejar la ropa que pudiese estar contaminada, los paraguas, sombreros, etc., y ubicar cerca un baño o aseo. Es por simple sentido común, comodidad y prevención.
82 viviendas en Carabanchel, Madrid. Arquitectos ACM (Atxu Amann, Andrés Cánovas, Nicolás Maruri) Foto: Miguel de Guzmán. Extraída de la Web Plataforma Arquitectura.
Finalmente diremos que lo más importante en estos momentos, es que los ciudadanos que habitamos la arquitectura y construimos la ciudad, transmutemos el Miedo que se está imponiendo, por su contrario, el AMOR, confiando que esta potente energía será el Zeitgeist de la época y que con ella, podremos superar ésta y otras aciagas vicisitudes que se presenten en nuestras vidas.
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